Opinión - Malos tiempos para los futboleros.
Siempre he amado el fútbol.
Es un juego que une
defensa y ataque, que penaliza los despistes y los fallos y en el que
la situación puede cambiar radicalmente en escasos minutos.
No se trata sólo de
pasión, entretenimiento o polémica. Sencillamente, he encontrado
muy pocas cosas que tengan tanto paralelismo con la vida misma cómo
el fútbol. Un juego donde hay ricos y pobres, injusticia, errores
que cuestan caro, malas decisiones que recuerdas toda tu vida,
oportunidades que no son fáciles de tener y alegrías que hacen
felices a muchísima gente en el mismo momento.
¡ Joder es que yo veo
normal que el fútbol guste tanto !
De un tiempo a esta parte
he visto como mi pasión, como las almorranas de los anuncios, debía
ser comentada en silencio.
No parece quedar muy bien
en los tiempos que corren declarar tu amor por el deporte del
balompié.
Servidor, que es
consciente de vivir en el país donde más intelectuales hay por
barra de bar, donde sabios de saldo campan a sus anchas y donde se
abren mil bocas para criticar por una para alabar, sencillamente
hacía oídos sordos.
Pero las críticas
comenzaron a ser más habituales.
He visto asociar el
término "futbolero" a "paleto".
He escuchado a viandantes
que pasaban cerca de una terraza en la que tranquilamente veía un
partido, comentar: "Míralos, idiotizados con el baloncito".
Y me han dicho en mi cara
al incorporar a la conversación cualquier aspecto futbolísitco : "Otro
que con el opio del fútbol se olvida de los problemas de este país".
De acuerdo, ser
"futbolero" no es ni culto ni cool según las nuevas
costumbres españolas.
Pero, ¿ a qué obedecía
tal animadversión ? ¿ Por qué esa idea del amante del fútbol ?
Mi respuesta llegó un
día de clásico, un día de Madrid – Barça.
Una vez que el árbitro
dictó el final del partido, me llegó al móvil la invitación de un
amigo que me sugería subir a su casa y echar unas cervezas.
Al llegar había un grupo
de amigos que estaban sentados al sofá como cualquier hijo de
vecino.
Empecé a intercambiar
opiniones acerca del encuentro. No escatimando elogios al rival y
haciendo cierta crítica del juego del equipo. Comencé a vislumbrar
cierta extrañeza en las caras de los presentes pero mis peores
augurios fueron confirmados al romper la conversación una frase a pleno pulmón por parte de uno de los muchachos:
-¡ Dale voz que empieza
!
Lo que empezaba era la
tertulia futbolera más seguida de este país.
Y he de decir que no me
disgustaba la idea de ver un programa deportivo después de un
encuentro de tal índole.
Una vez transcurrida la
introducción del mismo, el presentador se dispuso a presentar, y
cito textualmente: "a los expertos que nos acompañarán hoy".
No sé en qué campo
serán expertos, pero desde luego el fútbol no era uno de ellos.
Lo que se vio en ese
plató no fueron periodistas deportivos; ni siquiera periodistas
futboleros.
No. Lo que se vio fue un
grupo de periodistas hooligans que harían sonrojar a cualquier buen
aficionado al fútbol.
Mientras el bando culé
se dedicaba a sacar pecho, el bando merengue comenzaba a ver "manos
negras" pasando después a recordar el número de copas de
Europa que tenían y a volver a nombrar por decimoquinta vez al
colegiado Obrevo.
Nadie habló de ocasiones
marradas, de táctica mal planteada o del rendimiento de jugadores de
ambos equipos.
Entre otras cosas porque esos aspectos les importaban un carajo.
Respeto, cero.
Interrupción del turno de palabra, constante.
Para más inri el bando
culé tachó a Ronaldo de "jugador del montón" mientras el
bando merengue ninguneaba a un argentino que en un campeonato nacional
había marcado 50 goles.
Conforme pasaba el tiempo
empecé a tener buenos argumentos para establecer que lo más redondo
que habían visto esos expertos era una caja de zapatos.
La conversación
supuestamente futbolera era de traca.
Pero para traca era la
repercusión que tenían "los expertos" en la audiencia y
la atención con la que escuchaban el debate las personas reunidas en
torno a la mesa de la casa en la que me encontraba.
Entonces me acordé de todos los que me habían tachado de "paleto" o "inculto" por ser futbolero.
Entonces me acordé de todos los que me habían tachado de "paleto" o "inculto" por ser futbolero.
Los "periodistas"
de este programa habían conseguido el sueño que persigue todo
español: Ser experto en un tema sin tener ni puta idea.
Porque para ser experto
en algo, un auténtico conocedor, debes amar ese "algo".
Y a esos periodistas
hooligans no les gusta el fútbol. Así de sencillo. NO les gusta.
No van a llegar a casa y
ver más partidos más allá de Madrid o Barcelona. No van a conocer
los onces de los futbolistas que la semana que viene van a jugar
contra merengues y culés. No van a perder horas de sueño un verano
para ver la Copa América. No van ni aún con palillos incrustados en
las uñas a reconocer el buen juego del rival.
No lo hacen ni lo harán porque no aman este deporte lo
suficiente.
Han descubierto su
negocio: Dedicarse improperios y luchar por ver quién dice la
tontería más grande mientras disfrutan con sus mezquinas ofensas.
Ante esto, me basta con no
ver su programa.
Pero para un grandísimo
sector de la población estas personas representan el fútbol y eso,
vea o no el programa, si que me afecta.
Porque si esta es la
tertulia deportiva más seguida y los "deportes de Cuatro" el espacio
deportivo más visto en nuestro país; fácil, tremendamente fácil se lo estamos poniendo a cualquier hijo de vecino para que se crea con la autoridad de tratar a los amantes del fútbol como si fuéramos poco
menos que gilipollas.
Yo no sé nada de ballet. La
verdad es que no tengo ni idea.
Pero si observo que los
programas que no se pierden los amantes del ballet consisten en un
par de tíos que con los chascarrillos propios de una barra de bar se
dedican a hablar sobre el peinado de un bailarín y en un grupo de
personas gritando acerca de si su compañía de ballet está o no en
un "fin de ciclo" no sería una locura pensar que los
amantes del ballet son algo faltos de inteligencia.
"No sé de ballet, pero
estos son los programas que ven, así que por ahí deben andar los
tiros".
Es difícil defender la
grandeza de un deporte cuando la imagen de Messi echando las papas o
la de Ronaldo llevándose el dedo a la nariz es más vista, comentada
y tiene ochenta veces más repercusión que el gol por la escuadra en el
minuto 90 de un jugador del Celta.
Por tanto, normal la
actual concepción del futbolero.
Ya que para el gran número de
mortales estos contenidos nos representan. Y peor aún, un gran
número de supuestos aficionados al fútbol se sienten plenamente
identificados con la concepción futbolera de estos programas.
Realmente, ¿ os extraña
que la gente se parta la cara en una grada ? ¿ O no reconozcan el
talento del rival ? ¿ O no tengan ojos más allá de uno o dos
equipos ? ¿ O se dediquen a insultar ?
Si un gran número de
personas se sienten identificados por una banda de supuestos
profesionales que se dedican a gritar, insultar y ningunear, creo que es fácil atar cabos. Quien siembra vientos....
Así que si les gusta
este juego les invito a sentarse en la mesa, del bar o de una vivienda, en la que menos se vocifere
durante el partido. Si no se grita es porque sus ocupantes prefieren usar toda
su energía en seguir con atención los pormenores del encuentro,
cada acción del juego, sólo interrumpiran su silencio para
realizar una apreciación debida y aún sin aplaudir reconocerán el
buen juego rival. Esa es la mesa de un futbolero.
Si por contra prefiere
los que malgastan su energía en insultar, vociferar y ver más la
pantalla de su móvil que el partido en sí, le quedará el consuelo
de pertenecer a un grupo el doble o el triple de grande que el
anterior pero que ama al fútbol la tercera o la cuarta parte de lo
que cualquier buen futbolero, que dentro de poco, será una especie en extinción.
J. Rafael de la Torre - futboldelsigloxxi@gmail.com
Es que la gran mayoría son JOtakus o sea fanboys del anime que se creen superiores a todo y consideran al futbol malo porque es mas visto que el PUTAnime.
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