Siempre empiezo mis crónicas con una mirada al pasado. Me sirve para encuadrar y orientar al lector en la situación histórica del momento y al mismo tiempo dar la suficiente importancia a las gestas del equipo. Pues en muchos casos muchos grandes equipos han partido de una situación realmente adversa.
Pocos equipos han jugado
tan bien como el Barça de Rijkaard. Pero aún menos han conseguido
ese nivel de juego partiendo de una situación tan difícil como
supone poner punto final a cinco años de sequía en un club en el
que se exigen títulos y buen juego cada inicio de temporada.
Así que si quiere saber
más sobre aquel equipazo quizá le sorprenda que se comience a
hablar de él tantas líneas después.
Este inicio no pretende
ser ( ni de lejos ) una crónica pesimista que se regodea de las
derrotas y las malas decisiones de un equipo.
Todo lo contrario.
Mi
intención es que sean capaces de observar como un equipo en horas
tan bajas resurgió cual ave fénix para ser una de las mejores
escuadras de lo que llevamos de siglo XXI.
Si quieren conocer sólo
la historia del Barça de Rijkaard vayan directamente a la temporada
04-05.
Si quieren conocer la historia de un conjunto perdedor que se
convirtió en el mejor equipo del mundo disfruten de todo el texto.
EL BARÇA DE RIJKAARD
El 17 de junio de 2001, el mítico
jugador del Barça Rivaldo marcaba uno de los mejores goles que los
espectadores del Camp Nou hayan visto.
Un control de pecho
magnífico y una chilena de ensueño desde fuera del área que hizo
que el esférico se alojara en las redes del meta Cañizares.
No sólo es un gol bello. Es el remate perfecto en el momento perfecto.
Golazo de chilena en el
último minuto de la última jornada. Casi nada.
Los espectadores culés
rugieron, en el palco se rompieron todos los protocolos derivados de
la celebración contenida y Rivaldo entró en la historia de los
grandes momentos del fútbol español.
Pero una vez transcurrida
la euforia no eran pocas las voces críticas.
¿ Era un golazo ? Sin
duda.
¿ Era un momento eufórico ? Desde luego.
Entonces, ¿ por qué
ciertas caras largas a la salida del estadio ?
La respuesta fue común
especialmente entre los más viejos del lugar: "Si eres del
Barça no puedes celebrar un cuarto puesto como un título por mucha
Champions que signifique, somos un club que gana títulos".
Hay que remontarse un
poco en el tiempo para entender la trascendencia de lo que supuso el
Barça de Rijkaard para el aficionado culé, para el estilo del juego
y para las vitrinas.
El Barça Holandés
En 1994 nadie dudaba que
el "dream team" era el mejor equipo de España y el mejor
Barcelona de la historia. Cuatro títulos de Liga y una Copa de
Europa hablan por sí mismos.
Pero todo lo bueno alguna
vez termina.
Las disputas entre Cruyff
con determinados jugadores como Stoichkov, la salida de cracks como
Romario o Laudrup y el envejecimiento de jugadores como Zubizarreta o
Bakero supusieron que la era barça llegara a su fin.
En un intento por volver
a conseguir el cetro liguero, el inglés Robson se sentaba en el
banquillo en una temporada en la que el equipo blaugrana se llevaba
la Supercopa de España ante el Atleti del doblete ( la famosa
supercopa de los campos de "repuesto" en la que se jugó en
Montjuic y la "Peineta" ), la copa ante aquel magnífico
Betis de los Alfonso, Finidi y cía y la Recopa de Europa ante el
actual campeón de entonces, el París Saint Germain.
Los tres títulos no
fueron suficientes para un Robson que veía como su puesto era
sustituido por el holandés Louis Van Gaal.
A nivel cuantitativo las
dos primeras temporadas de Van Gaal pueden considerarse más que
buenas.
En su primera temporada
el Barcelona conseguía nada menos que el doblete gracias a su
victoria en Liga y a su triunfo por penaltis ante el Mallorca en la final copera ( a los
bermellones les quedaría al menos ganarles a los culés la Supercopa
en el Camp Nou meses después ) y en la siguiente temporada el
Barcelona volvería a repetir título liguero contando en sus filas
con el Balón de oro de ese año, Rivaldo.
¿ Por qué tan "escasa"
transcendencia para unos títulos tan significativos ?
Los motivos eran varios:
Van Gaal había
conseguido títulos pero su conexión con la grada del Camp Nou era
prácticamente nula.
El juego del equipo era
bastante bueno pero no acababa de alcanzar la chispa del "dream
team". Eran demasiados los encuentros en los que el equipo hacía
un mal partido colectivo y hombres como Figo y especialmente Rivaldo
tenían que sacar las castañas del fuego con alguna genialidad ( no
hay culé que haya podido contar los partidos que pudo resolver el
brasileño echándose el equipo a la espalda ).
Pero lo que realmente
molestó al culé fue la política de fichajes ideada y dirigida por
Van Gaal.
El Dream Team se había
cimentado por una parte por un magnífico grupo de jugadores de la
cantera que para mayor empatía con el público eran en su mayoría
catalanes y por otra por un selectísimo grupo de jugadores foráneos
a cada cual mejor como Koeman, Laudrup, Stoichkov o Romario.
Pero con la Ley Bosman
debajo del brazo Van Gaal había optado por ningunear a los jóvenes
canteranos y fichar a jugadores comunitarios, especialmente holandeses.
El público del Camp Nou
no comulgó con la salida por la puerta de atrás de jugadores de la
casa como Iván de la Peña, Óscar o Roger.
Y no sólo no entendió
sino que criticó el aluvión ( por no decir avalancha ) de jugadores
llegados desde tierras holandesas.
En tres temporadas
recalaron en Barcelona Hesp, Bogarde, Reiziger, Cocu, Frank de Boer, Ronald de Boer, Kluivert, y Overmars, causando no pocas bromas y chistes ideados
desde la propia ciudad condal. "Soy del Barça, no de Holanda"
decía más de un culé al contemplar la alineación cada jornada.
No obstante, a Van Gaal
le quedará el hecho de hacer debutar a Puyol y Xavi, auténticos
mitos de la historia culé.
Si la conexión con el
aficionado fue difícil, otro tanto puede decirse de la relación
con la prensa. Van Gaal puso continuas trabas al trabajo de los medios y sus
ruedas de prensa quedaron marcadas por una dureza, prepotencia y
aspereza simbolizada eternamente por el ya famosísimo incidente con
un periodista al grito de "Siempre negativo, nunca positivo".
Por último, las buenas
actuaciones en España chocaban con unas decepcionantes campañas en
Europa. En las Champions 98 y 99 el Barcelona no pudo pasar siquiera
de la primera fase. Si bien hay que reconocer que los grupos donde
fue encuadrado el equipo ( PSV, Dinamo Kiev y Newcastle en el 98 y
Manchester United, Bayern y Brondby en el 99 ) fueron más que duros.
El año 2000 supuso el
punto de inflexión.
La racha de títulos
nacionales cesó al relevar el Deportivo de la Coruña de los
Manuel Pablo, Naybet, Víctor, Djalminha, Fran y cía, al Barça como
campeón de Liga.
En Europa el Barcelona
alcanzaba las semifinales de Champions. A priori llegar hasta ellas
era una buena temporada. Máxime con actuaciones como la exhibición
culé en Wembley ante el Arsenal o la épica remontada en cuartos en
el Camp Nou en el partido de vuelta frente al Chelsea.
Pero cuando caes en
semifinales ante un Valencia que te tiene tomada la medida, la final
la juegan dos equipos de la liga española ( primera final de
Champions entre dos equipos del mismo país ) y el eterno rival
levanta su octava copa de Europa no parece que alcanzar las
semifinales del 2000 fuese suficiente.
Este año en blanco
sirvió para que se escuchara al aficionado culé, harto del cuerpo
técnico y directivo, y las decisiones comenzaron a tomarse en can
barça.
La travesía por el
desierto.
En el banquillo, la
presión mediática por el año en blanco le costaba el puesto a Louis
Van Gaal. Sustituyéndolo Lorenzo Serra Ferrer. El mallorquín había
firmado cuatro estupendas temporadas en el Betis, dejando la entidad
de Heliópolis en el 97 para hacerse cargo del fútbol base
blaugrana. Ahora tocaba dirigir la nave del primer equipo.
Si importante fue el
cambio en el banquillo más acentuado fue en el palco. Después de
más de 20 años en la entidad culé, el "presi" Núñez
dejaba su sitio a Joan Gaspart, que hasta la fecha había sido el
vicepresidente más famoso del Barça y azote del madridismo gracias
a que sus declaraciones no dejaban indiferente a nadie.
Pocas personas han amado
más el Barça que Gaspart. Pero en el fútbol no es bueno que el
primer dirigente a la cabeza sea al mismo tiempo el primer forofo del
equipo.
En el mercado de
fichajes tras la inoperancia de Busquets, Vitor Vaia, Hesp y Arnau para
suplir a Zubizarreta el Barça se fijaba en el portero celtarra
Dutruel. Gerard volvía a casa después de su magnífico paso por el
Alavés y el Valencia. Y se fichaba desde tierras londinenses a
Overmars y Petit. En cuanto al juego volverían a ser vitales la
polivalencia de Cocu, la garra de Luis Enrique, los goles de Kluivert
y el juego de Rivaldo.
La pretemporada apenas
había echado a andar cuando el Barça sufría el considerado por los
culés mayor robo de su historia. Luis Figo, uno de los capitanes e
ídolos del equipo ( por no decir el principal ídolo junto con
Rivaldo ) abandonaba la ciudad condal para jugar en el eterno rival, el Real Madrid.
Así que la temporada no
empezó bien y acabó peor.
Los fichajes no cuajaron y el que mejor lo hizo con diferencia, Marc Overmars, pasaba
demasiado tiempo en la enfermería.
El Barcelona marcó
prácticamente los mismo goles que el campeón, el Real Madrid, y
cuando ganaba lo hacía con autoridad ( que se lo digan a la Real y
el Athletic a los que el Barça endosó un 0-6 y un 7-0
respectivamente ) pero cedió nada menos que 12 empates, haciendo
extraño algo que es prácticamente impensable ahora y es que fuera
noticia cuando los culés conseguían encadenar dos victorias
seguidas.
En Europa, el Barcelona
volvía a caer en un grupo difícil con Leeds, Milán y AIK Solna. El
equipo fue eliminado pero obtuvo billete para la repesca en la copa
de la UEFA, donde cayó en semis ante un Liverpool que después
ganaría al Alavés por 5-4 en para muchos la mejor final de la
historia de las competiciones europeas.
Una serie de pinchazos en
las últimas jornadas hicieron al Barcelona precipitarse hasta el
quinto puesto donde se jugaría la última plaza Champions ante el
Valencia. La historia ya la saben. Rivaldo cual final de peli de Hollywood la
mandó a las mallas de una chilena en el último minuto.
Tras el fiasco de la
temporada y con un Rexach que había ocupado el banquillo de manera
urgente meses antes, el Barcelona se cargó de ilusión con la llegada de la nueva
temporada. Pero la gestión de Gaspart volvió a ser equívoca y su
proyecto desastroso.
De nuevo un portero para
solucionar los problemas del arco culé, el argentino Bonano. En
defensa el Barcelona fichaba a Christanval y Andersson. Pescaba en
Brasil a dos medios, Rochemback y Geovanni. Y para la delantera el
Barça fichaba al nuevo crack mediático Javier "el conejo"
Saviola.
Las cosas no salieron
bien.
En Liga el Barça no
carburó. Claramente significativos son dos datos: Por una parte, el
Barça sólo marcó 65 goles, cifra muy por debajo de sus registros
en un campeonato liguero.
Por otra no fue capaz de ganar en todo la
temporada liguera ni a Real Madrid, Deportivo, Valencia o Celta en
alguno de sus encuentros.
Con la temporada difícil
en Liga, el Barcelona se centró en Europa. En la segunda fase de
Champions ( por aquel entonces no había octavos sino dos liguillas )
fue capaz de superar un grupo durísimo con el Liverpool, la Roma y
el Galatasaray; para después despachar en cuartos a un correoso
Panathinaikos. Pero se repitió el esquema del año 2000.
Llegar a semis de
Champions no está nada mal. Caer ante el eterno rival no. El Madrid ganaba la eliminatoria, se metía en la final y levantaba su novena copa de Europa ante el
Bayer Leverkusen.
Viendo que los títulos
no llegaban la temporada 02-03 arrancó con una serie de cambios
totalmente drásticos y arriesgados. Pero Gaspart entendió que tenía
que cambiar el panorama para que el Barcelona no volviera a sufrir
una nueva temporada en blanco.
Cuatro temporadas
después, los directivos del Barcelona cayeron en la cuenta que el
último entrenador en levantar un título había sido Louis Van Gaal
y decidieron darle una segunda oportunidad fichando de nuevo al
técnico holandés que venía de haber sido incapaz de clasificar a
Holanda para el Mundial de Corea y Japón de 2002.
En el capitulo de
fichajes volvió a llegar un nuevo portero, a ver si por fin con éste
venía la vencida, pero el malogrado Robert Enke, que en paz
descanse, no fue capaz de solventar los problemas del marco catalán.
Pero la revolución
sería la salida de Rivaldo y la llegada de Riquelme.
El argentino era uno de
los mejores jugadores del panorama. Pero de ahí a mejor que el crack
brasileño había cuanto menos que discutirlo.
Tras darle al Barça
cinco temporadas de buen juego y muchísimos goles Rivaldo recalaba
en el Milán.
Y Juan Román Riquelme
dejaba el inolvidable Boca campeón de la Intercontinental en el 2000 para
convertirse en la nueva estrella del Barça.
Sin embargo, la temporada
02-03, al igual que las anteriores, fue un desastre.
En competición nacional
el Barcelona arrancó la temporada con resultados muy irregulares,
siendo sexto al inicio de la décima jornada.
Pero lo peor comenzó
entonces. Un empate sin goles ante el Madrid y derrotas frente a Deportivo, Real Sociedad y Rayo Vallecano hicieron desplomarse al
Barça. La puntilla caería un 15 de diciembre cuando el Barça
caía en casa ante el Sevilla por un contundente 0-3 dejando para
siempre en la retina del aficionado la estampa de un sollozante
Gaspart que veía impotente cual emperador derrotado como un equipo
diseñado para ganar languidecía en la decimotercera posición
liguera.
Aunque el panorama cambió
las siguientes jornadas el equipo no funcionó en ningún
momento.
Riqueme no fue la
estrella que se esperó. Román era un crack en Boca. Pero Van Gaal
olvidó que si quieres al mejor Riquelme tienes que tener un equipo
que juegue por y para Riquelme. El argentino cumplió en la faceta de
las asistencias pero mientras que Rivaldo asistía y se hinchaba a
marcar goles, el ex de Boca dejó su cuenta anotadora en tres tantos.
Tras una temporada de
adaptación parecía que tampoco Saviola era el crack que se
esperaba. Entre "el conejo" y Kuivert sólo anotaron 29
goles.
Tras anotar sólo 63
goles y recibir 47, el Barça tuvo que sudar una sexta plaza ( su
peor posición desde el año 88 ) gracias a la labor en el banquillo
de Radomir Antic y a un último sprint en el que con más orgullo que
calidad venció consecutivamente a Mallorca, Recreativo de Huelva,
Málaga, Valencia y Celta. Pasando en cinco jornadas de la undécima
a la citada sexta plaza.
La temporada del cambio.
Tras unas temporadas tan
nefastas quedaba claro que había que introducir cambios. Y esto no
consistía sólo en fichar a antiguos entrenadores sino en construir un
proyecto realmente ganador.
Hubo relevos en todos los
frentes. Pero lo mejor fue que todos ellos fueron acertados.
En el palco, la devoción
de Gaspart por el Barça no fue en consonancia con su labor
presidencial.
La antigua mano derecha
de Núñez fue sustituida por el nuevo presidente del club, Joan
Laporta.
Laporta ya había
intentado por activa y por pasiva derrocar al anterior presidente
Núñez al frente de una plataforma denominada "el elefant blau". Ahora
por fin podría demostrar que era el presidente que necesitaba el
barcelonismo.
Siendo conscientes de que
en can Barça además de ganar hay que jugar bien, el nuevo proyecto
decidió sentar en el banco al holandés Frank Rijkaard.
Rijkaard lo había ganado
prácticamente todo como jugador donde formó parte de uno de los
mejores equipos de la historia del Fútbol, el Milán de finales de
los 80 y principios de los 90.
Pero su experiencia en
los banquillos se reducía a haber dirigido a la selección holandesa
del 2000 ( Van der Sar, Stam, De Boer, Cocu, Bergkamp y cía
) con la que fue incapaz de ganar la Eurocopa y a una temporada al
frente del Sparta de Rotterdam.
Pese a ello, los
dirigentes vieron en el holandés un soplo de aire fresco. Un técnico
dialogante y tranquilo capaz de apaciguar un vestuario nada fácil de
llevar. Un hombre que no buscara armar gresca en las sala de prensa.
Y sobre todo alguien capaz de devolver al Barcelona su principal
símbolo, el buen juego colectivo y el buen hacer con el balón sobre
el terreno de juego.
En su primer
entrenamiento Rijkaard dividió el grupo y los dispuso a hacer
rondos.
La posesión, los pases
cortos rápidos y sobre todo las risas en los entrenamientos volvieron a
Barcelona.
En cualquier trabajo hay
que creerse al que tienes por encima. Los jugadores no conectaron con
entrenadores de disciplina dura o de poca carisma. Pero sí lo
hicieron con Rijkaard.
Como después reconoció
Xavi Hernández: "Es fácil respetar y conectar con un tío que
como jugador ha conseguido todo".
Las cosas empezaban a
funcionar en los despachos y en el banquillo. Pero lo que realmente
transformó al equipo fueron una serie de fichajes realmente
acertados.
En portería el Barça
fichaba a Rustu. El portero llegaba a Barcelona después de su paso
por el Fenerbahçe y de haber dejado a Turquía tercera en el Mundial
2002.
Sin embargo, Rustu no fue
el que cuajó.
El auténtico "fichaje"
fue Víctor Valdés.
Después de Vaia, Hesp,
Arnau, Dutruel, Bonano, Reina, Enke ( DEP ), Jorquera y el propio
Rustu. Después de millones y millones gastados en el arco culé.
Después de tantas temporadas el Barcelona encontraba su porterazo en
un canterano de Hospitalet llamado Víctor Valdés.
En defensa tras las fallidas contrataciones de Dehu, Christanval y Andersson el Barcelona fichaba a
uno de los centrales más seguros de la Liga Francesa, el méxicano
Rafa Márquez y al polivalente Gio Van Bronckhorst que tras jugar en
muchas posiciones durante su carrera se adaptaría al lateral
izquierdo.
En la zona de ataque el
Barça recuperaba a Luis García tras 9 goles y 11 asistencias con
el Atlético de Madrid.
Buen presidente, buen
entrenador, buenos fichajes y buena incorporación de canteranos.
¿ Qué faltaba en can
Barça ?
Por el Barcelona habían
pasado estrellas como Kubala, Cruyff, Maradona, Romario, Ronaldo o
Rivaldo.
Pero ahora ni Saviola ni
Riquelme tenían tal condición.
El Barça necesitaba un
crack.
El vicepresidente Rossell
se puso a trabajar y se fijó en las ciudad de las luces, París,
donde un chaval de 23 años la liaba semana tras semana con el PSG.
Un joven campeón mundial ( 2002 ) de larga melena, dientes
descolocados y sonrisa eterna. El nuevo crack del Barça se llamaba
Ronaldinho. Y ni los más optimistas podían imaginar el nivel que
alcanzaría.
El brasileño ya había
dado cuenta de sus buenas maneras en pretemporada. Pero fue en el
primer encuentro de liga jugado en casa, ante el Sevilla en la
jornada dos, donde Ronaldinho convertiría en habitual dejar con la
boca abierta a los aficionados del Camp Nou.
Tras una galopada en la
que dribló a dos rivales como el que dribla dos conos, el brasileño
se sacó desde lejos un disparo de órdago que se hundió en las
mallas tras golpear en un travesaño que aún sigue temblando del
pelotazo.
La leyenda no había
hecho más que comenzar.
Ronaldinho lo hacía todo
y todo bien.
Pocos jugadores han
driblado, han controlado balones, han chutado a balón parado, han
lanzando desde los once metros y han rematado tan bien como el
brasileño.
Además era generoso,
soliendo alimentar a la delantera con sus pases.
Cracks ha habido muchos
en Barcelona. Pero nadie, absolutamente nadie, ha tenido una relación
matemática filigrana-utilidad como tuvo el brasileño.
Regates que dejaban
tirado al defensa para poder armar la pierna. Sombreros para
marcharse del rival. Taconazos que dejaban solo al delantero dentro
del área. Espuelas hechas con sentido.
Ronaldinho no buscaba el
más difícil todavía para perder el balón. NO. Ronaldinho hacía
el más difícil todavía porque hacía algo que no todos los grandes
cracks han sabido hacer: Ronaldinho era un tío que se lo pasaba bien
jugando al fútbol. Qué quería hacerlo bonito. Y cuando lo
conseguía le dedicaba su irregular sonrisa al público, a los
compañeros y cualquiera que pasara por allí.
Por can Barça han pasado,
pasan y pasarán algunos de los mejores futbolistas de la historia.
Y el aficionado culé ha
visto, ve y verá a jugadores rápidos, a killers del área, a
centrocampistas inteligentes...
Pero dudo muchísimo que
en talento, en auténtico talento, en esa cualidad que tienes que
tener de nacimiento para jugar a esto se vuelva a ver en el Camp Nou a
alguien como Ronaldinho.
Aún con uno de los
mejores jugadores del mundo el Barça tardó en encontrar su mejor
versión y su juego.
En la primera vuelta del
campeonato liguero el Barcelona estaba fuera de las posiciones
europeas y había perdido frente a Valencia, Deportivo y Real Madrid,
los grandes favoritos.
Pero en la segunda vuelta
el panorama cambió. Cocu, Xavi y Puyol se convirtieron en referencia
absoluta. Victor Valdés demostró ser el dueño de la portería del
Barça con todo merecimiento. Y Ronaldinho sacó la chistera.
Pero quizás las dos
grades claves fueron la llegada de Edgar Davids para dar mayor
contención al centro del campo y la utilización por parte de
Rijkaard de canteranos.
Sin titubeos. Sin dudar de su capacidad y
aptitudes. A Rijkaard no le tembló el pulso para contar con hombres
como Oleguer, Iniesta o Sergio García.
Todo esto unido al
aumento de rendimiento de jugadores como Motta, Luis García o Van
Bronckhorst propició que el Barça sólo cediera una derrota ( y además
en el último partido con la Liga resuelta ) en toda la segunda vuelta.
Así el Barcelona ganó
en campos complicadísimos como Riazor, Mestalla o el Sadar. Despachó
por tres a uno al Atleti en el Camp Nou y sobre todo demostró que
algo estaba cambiando al imponerse al Real Madrid en el Bernabéu
con goles de Kluivert y Xavi.
Pero lo destacable no
fueron sólo los resultados ni la espectacular racha de
imbatibilidad.
No. Lo que era de mención
era que tras muchas temporadas el Barça volvía a ser un conjunto
que el aficionado veía cada jornada además del partido de su
equipo. ¿ Por qué ?
Porque primero van los
colores. Pero si queda tiempo a quién no le gusta el buen juego.
Y el buen juego se
llamaba ahora Barça. Posesión del esférico. Buena salida desde
atrás. Creación en el centro del campo. Y arriba un tipo que valía
el precio de la entrada.
En términos estadísticos
la botella se veía medio vacía. El Barça, pese a su exhibición en
la segunda vuelta veía como la Liga se iba a territorio valencianista ( los ches firmaron una temporada de escándalo ganando
también la UEFA ante el Olympique de Marsella ). De cara a gol
volvía a ser preocupante que entre Kluivert y Saviola sólo marcaron
22 goles. Y en Europa la participación en UEFA se saldaba con una
derrota en octavos ante el Celtic.
Pero la botella medio
llena se llamaba estilo de juego. Puede que el Barça siguiera con la
sequía en las vitrinas. Pero los culés ya no veían a su equipo
jugar mal. Temporada en blanco. Pero primera piedra puesta en lo que
sería un equipo temible.
La travesía llega su fin.
El Barcelona había
terminado la temporada 03-04 con un sistema de juego claro,
espectacular y eficaz y sólo había que introducir ligeros retoques
que se manifestaron de nuevo en una acertadísima contratación de
nuevos jugadores como Deco, Eto'o o Giuly.
Pesos pesados como Luis
Enrique, Cocu, Overmars ó Kluivert dejaban el club y la nueva sangre
de la plantilla y la llegada de los jugadores de la Masía debía
suplir el hueco dejado por una generación que no había podido
levantar un título en cinco años.
Así pues el Barça de
Rijkaard empezaba como todo buen equipo con un gran portero.
Víctor
Valdés era la respuesta a las oraciones de los aficionados por
contar con buen guardameta.
El canterano tenía unos
muy buenos reflejos y era ágil. Pero pocas veces tenía que ser
felino gracias a una estupenda colocación.
Lo destacable de Valdés es
que supo demostrar que era el mejor haciendo frente a los tres
grandes problemas de la portería del Barça.
En primer lugar el
portero del Barça debe ser el primer atacante. Y Valdés jugaba muy bien
con los pies. No se ponía nervioso para pasar al defensa con la
presión del delantero encima y no se le recuerdan fallos de bulto en ese
sentido. Era muy frecuente ver a los defensas oxigenar hacia atrás
y contemplar como el de Hospitalet en vez de romperla y rifarla
tocaba hacía Gio o Belletti para iniciar la jugada.
En segundo lugar Valdés
sabía que un equipo con el juego y posesión del Barça es un equipo
al que no se le hacen muchas ocasiones. Al contrario que los heroicos porteros de los equipos medios que disimulan sus goles encajados con muchas intervenciones, el arcó culé suponía que si había pocas ocasiones y muchos
goles encajados las miradas acusadoras recaerían sobre Víctor.
Valdés aceptó la ingratitud de la portería de un equipo grande. No era ni de lejos el portero que más intervenía de la Liga. Pero el trabajo que le llegaba lo saldaba con gran efectividad.
Valdés aceptó la ingratitud de la portería de un equipo grande. No era ni de lejos el portero que más intervenía de la Liga. Pero el trabajo que le llegaba lo saldaba con gran efectividad.
Y por último, Valdés con
ventipico años ya tenía más personalidad ( para algunos cierta
chulería ) que muchos de sus compañeros. No suponiendo su edad un
obstáculo para abroncar a compañeros o caer ante las provocaciones
del rival.
La defensa del Barça fue
una mezcla de calidad, polivalencia y contundencia.
Atrás quedaron los
torpes defensas de años anteriores. Todos los defensas del Barcelona
tenían buen trato con el balón y entendían que el pelotazo era la
última opción.
Haciendo frente a
lesiones, sanciones y cansancio Rijkaard supo repartir minutos entre
los laterales del Barcelona. Y estos respondieron jugando bien y
dando ceros problemas en el vestuario.
Tras Sergi no hubo un
lateral izquiero de garantías hasta la llegada de Gio.
Y después
del más gris que brillante Reiziger, Belletti supo cubrir esa
posición.
Además, como he dicho, hubo minutos francamente bien
aprovechados por hombres como Sylvinho, que podía jugar en ambas
bandas y andaba sobrado de talento, y canteranos como Oleguer, Navarro o
Damiá que aprovecharon su paso por el Barça como trampolín en la
primera división.
En el centro de la
defensa destacaron especialmente Rafa Márquez y Carles Puyol.
El mexicano era un
jugador segurísimo atrás. No hacía especial ruido pero se
convirtió en vital. Márquez se adelantaba como pocos defensas al
atacante, iba muy bien por arriba y no le asustaba salir de la cueva
hasta el medio campo después de una recuperación. Tenía tanto
talento en las botas que no fue extraño verlo alguna vez en la
posición de pivote defensivo. En suma, todo un seguro para el Barça.
Pero la referencia en la
defensa se llamó Carles Puyol.
Después de su paso por
casi todas las categorías inferiores, Puyol llegó al primer equipo
donde solía jugar en el costado derecho defensivo.
Con el tiempo acabaría
ocupando el centro de la defensa.
¿Qué decir de Puyol ?
El ilerdense tenía
aspectos ordinarios para un defensa del Barcelona. Era rápido, tenía
buen toque, bien por arriba.
Pero en su interior se
reunían una serie de rasgos extraordinarios ya no sólo como jugador
o deportista, sino incluso como persona.
Puyol no entendía no
competir. Puyol no entendía que algún balón pudiera quedar por
perdido. Puyol no entendía lo que es la pereza. Puyol no entendía lo
que era no ser profesional, no ser buen compañero, no ser un buen
líder, no dar la cara.
Con Puyol el aficionado
culé podría quejarse de una derrota o un mal juego. Pero no podía decir que el defensa culé no había corrido o luchado lo
suficiente.
En temporadas difíciles
los aficionados blaugranas se identificaron con un hombre que era todo
corazón en el campo. Un jugador que ha jugado lesionado, medio
lesionado, infiltrado, con dolores, con máscara y con lo que hiciera
falta. Con un capitán que ha dado la cara y ha sido el primero en
animar a sus compañeros después de un tanto. Con un líder que
siempre ha estado allí.
No se confundan. No se
queden sólo con lo espiritual. Con sólo cojones no se es titular en
el Barcelona. Durante la época Rijkaard Puyol sacó balones de todos
los colores ( muchos de ellos con el aficionado rival cantando gol ).
Pocos jugadores fueron capaces de batirle en carrera o sobrepasarlo
con un regate. Su juego en el Camp Nou le valió para ser titular en
la España que más tarde sería el mejor equipo del mundo. Un tipo
que jugando atrás vio sólo 20 amarillas en las tres grandes
campañas del Barça de Rijkaard. Y un señor que nunca faltó al
respeto a otro compañero o afición rival.
En el medio campo
Rijkaard dispuso más cerebro que músculo.
No obstante, todo buen
equipo incluyendo un equipo de creación como el Barcelona necesita
de jugadores destructivos y de contención. Labor ingrata que recayó
sobre jugadores como Motta, Edmilson y Van Bommel ( fichado para la 05-06 ).
A medio camino entre la
creación y la destrucción se situó una de las piezas claves del
juego del Barcelona, Deco.
El brasileño
nacionalizado portugués llegó a can Barça después de ser la
principal referencia del Oporto de Mourinho que había levantado la
UEFA en 2003 y la copa de Europa en 2004.
En el Oporto la magia, el
toque y el último pase pasaban por sus botas. Pero en el Barça la
posición de enganche recaía sobre las botas de Ronaldinho.
Deco retrasó su posición
para sacar su lado más currante.
Así, a pesar de no ser
un portento físico consiguió convertirse en un futbolista que
aparecía en muchas zonas del césped. Su registro de goles y
asistencias se redujo respecto su época lusa, pero a cambio
acrecentó sus kilómetros recorridos y ayuda a sus compañeros.
Deco fue un nexo
importante para el equipo. Tenía la velocidad y la visión de juego
para servir un balón recuperado a los grades cracks de arriba. Y la
calidad suficiente para desatascar algún partido con algún gol desde
media distancia.
Jugadores como Deco
hablan por sí solos de un equipo en el que hasta la labor más oscura
es realizada por un jugador con una calidad muy superior a la media
de otros equipos.
Pero la auténtica batuta
del equipo recayó sobre Xavi.
Los años de "la travesía en el
desierto" le hicieron incluso plantearse dejar el club de sus amores. Pero la
llegada de Rijkaard y su juego basado en el balón le hicieron cambiar de idea.
Si ya es difícil exponer en pocas líneas un jugador como Puyol otro tanto pasa con Xavi. Qué
decir de un tipo que es considerado por muchos como el mejor jugador
de la historia del fútbol español.
Xavi no ha sido quien más
goles ha metido. Ni quién más habilidoso ha sido. Ni siquiera era
un jugador físicamente privilegiado.
Pero Xavi ha hecho algo
que muy pocos jugadores han conseguido hacer en toda la historia: Jugar con los 22 jugadores.
El de Tarrassa pertenece a
esa clase de cracks que siempre pide el balón pero que una vez que
lo recibe escoge la opción acorde a cada momento.
Cundo hay que mantenerla,
Xavi la retiene. Cuando lo ideal es conducirla y tocarla, Xavi lo
hace. Cuando hay que retrasar, Xavi retrasa.
Xavi no perdía balones
sencillamente porque siempre escogía la opción más acertada. Y eso
en un equipo como el Barça de Rijkaard supone una ayuda mayúscula
en dos de las grandes señas de identidad de ese equipo: la creación y el pase rápido y milimétrico.
Por si fuera poco Xavi ha
sido un jugador que ha recibido en el centro del campo pero ha
marcado grandes diferencias en la línea de tres cuartos dando el
pase de gol o iniciando la combinación letal blaugrana dentro del
área.
Es muy difícil que el
público del Camp Nou vuelva a ver a un jugador con la visión de
juego y el raciocinio de Xavi.
En la zona de ataque el
Barça se fijaba en un francés que venía de haber dejado al Mónaco
en la final de Champions de 2004, Ludovic Giuly.
El francés llegó sin
hacer ruido. A la sombra de fichajes más mediáticos como Deco o
Eto'o pero pronto despuntaría por su habilidad en la banda.
El galo era un jugador
menudo ( 1.64 ) pero era un incordio para las zagas rivales. Rápido,
con un regate eléctrico supo ganarse un hueco en el once. Cuando el
juego de toque se atascaba, una contra finalizada por el francés o un
centro servido por él desde la banda podían abrir la lata. Aunque
quizás no es el jugador más recordado del Barça de Rijkaard
pueden creer sin duda que era de los jugadores más dotados
futbolísticamente.
Puede que Guily fuese un
incordio para los defensas rivales pero como luego reconoció el gran
Iker Casillas, la pesadilla se llamaba Samuel Eto'o.
El camerunés había
comenzado su andadura futbolística en el eterno rival donde no había
contado con muchas oportunidades. Hasta que Vicente del Bosque le dio algunos minutos y Eto'o respondió con 6 goles en 13 partidos.
El Mallorca necesitaba
jugadores para suplir el inolvidable equipo de los Roa, Marcelino,
Engonga, Ibagaza y Stankovic y se fijó en el camerunés.
Eto'o de la mano de su
"abuelo" Luis Aragonés despuntó, alcanzó la madurez, ( y
si no lo hacía Aragonés se la sacaba a empujones en el banquillo )
explotó hasta convertirse en uno de los mejores atacantes de la Liga
y prácticamente él solito le dio la Copa del Rey al Mallorca en
2003.
El Barça no podía dejar
la faceta goleadora a la dupla Saviola-Kluivert. Necesitaba un "9".
Un delantero goleador. 45 goles con el equipo bermellón bien valían
el fichaje de Eto'o.
Y Samuel respondió a las
expectativas.
En el Mallorca jugaba con
más espacios y se aprovechaba de su rapidez. El juego del
Barça hizo que se volviera más rematador. Menudo "killer"
ganó el Barça.
Eto'o tenía una calidad
y un regate de los mejores de la Liga. Pero mientras que a muchos se
les hacía de noche al llegar al marco, Samuel demostraba que lo tenía
clarísimo de cara a portería. Zapatazo y ya mañana me cuentas.
Muchos delanteros han
pasado por can barça pero pocos tan letales como el camerunés.
Darle medio metro era darle un gol. Samuel no se iba a poner nervioso
ni iba a fallar al intentar una frivolidad.
Complicarse cero.
Efectividad goleadora toda.
Los registros goleadores bajos de la
"travesía por el desierto" iban a quedar atrás.
https://www.youtube.com/watch?v=tRtZex4HLgA
https://www.youtube.com/watch?v=tRtZex4HLgA
Mientras tanto Ronaldinho
a lo suyo. Marcando goles. Repartiendo asistencias. Limpiando
telarañas de las escuadras en los tiros libres. Transformando
penaltis. Consiguiendo el mejor gol jornada tras jornada. Lo típico en él, vaya.
Rijkaard hizo debutar a
muchos canteranos. Pero ninguno con la calidad de dos chavales de la
Masía. Andrés Iniesta y Leo Messi.
El manchego comenzó
siendo el jugador que más salió desde el banquillo en la temporada
de la primera liga y demostró que es más fácil robar un banco que
robarle un balón a él. Un talento puro del fútbol que acabaría
marcando el gol más importante de la historia del fútbol español.
De Messi poco que decir.
Su leyenda habla por sí sola.
Estos dos cracks
merecerían un blog sólo para ellos, pero prefiero contar sus
hazañas en la crónica de otro Barça.
Por último, hay que
citar uno de los jugadores más queridos en can Barça y
probablemente uno de sus fichajes más rentables, Henrik Larsson.
El sueco llegó al
Barcelona para cumplir un sueño después de literalmente hincharse a
marcar goles con el Celtic ( 5 veces máximo goleador de Escocia y Bota de Oro en 2001, que pudieron ser más si no es por los
criterios instaurados en el año 96 ).
Larsson lo tenía claro:
tenía 33 años, se había retirado de la selección ( 28 goles en 78
partidos ) y sabía sobradamente que no sería titular en el equipo.
Así que su máxima era salir del banco, jugar a tope sus minutos y
aprovechar lo que le llegara.
Rijkaard entendió su
función, dando entrada a Larsson como última opción. Y el sueco
cumplió su función de manera exquisita.
Cuando el equipo estaba
atascado y Ronaldinho o Eto'o no tenían el día. El cuarto árbitro
anunciaba la salida de un sueco que tenía más tiros pegados y
olfato de gol que media plantilla. Y Larsson solía mojar para el
disfrute de la parroquia. Con una conducta en el vestuario intachable
y una profesionalidad incuestionable, Larsson agotó la mina de su
lápiz futbolístico en can Barça.
Así pues y una vez
descritos los principales cracks del equipo, volvemos a la crónica
colectiva.
Tras el subcampeonato
liguero logrado con un gran juego y los fichajes de Deco, Giuly y
Eto'o entre otros, el Barça comenzó la temporada 04-05 dispuesto a ganarlo todo.
En las cinco primeras
jornadas el Barça consiguió cuatro victorias y un empate ante el
Atlético que auparon al equipo culé a un liderato que no volvería a
perder en lo que quedaba de competición.
Los culés siguieron con
la racha venciendo en el siempre complicado derbi ante el Espanyol,
saliendo vivos de la catedral ante el Athletic de los Tiko, Yeste,
Etxeberría, Ezquerro y cía y venciendo al Deportivo gracias a dos
tantos de Xavi y Eto'o que remontaron el tempranero gol de Fran.
Hubo que esperar diez
jornadas hasta que el Betis consiguió hacer hincar la rodilla a los
de Rijkaard.
El ciclón culé también
marchaba bien en Champions. Encuadradado con los escoceses del Celtic
( que meses antes habían apeado a los culés de la UEFA ), los
ucranianos del Shaktar y los italianos del Milán (campeones en 2003 ) el Barcelona había saldado
sus dos primeras jornadas con victorias pero se había dejado tres
puntos en feudo lombardo.
En noviembre el Barça
jugaría en casa ante el Milán en Champions y ante el Real Madrid en
Liga.
Los italianos se
contentaban con el empate a uno. Pero Ronaldinho, después de haber
marcado un solo gol de penalti en tres partidos de Champions no iba a
permitírselo. El partido tocaba a su fin cuando Ronaldinho recibió
un pase en la frontal de Eto'o. Dribló a un Nesta que aún lo está
buscando y de sensacional zurdazo la puso en la escuadra de Dida.
Victoria y candidatura a
Champions.
En la Liga, el bofetón
al Madrid iba a ser considerable. Victoria contundente por tres cero
ante el Madrid con goles de Eto'o ( recordado por el famoso lío
entre Casillas y Roberto Carlos ), Gio tras un jugadón en el área y
Ronaldinho desde los once metros.
No había duda, el Barça
era el más fuerte.
Las siguientes jornadas
se saldaron con victorias. Si bien los equipos valencianos plantaron cara
arrancando el Valencia un empate en el Camp Nou mientras que el
Villareal borró del mapa a los culés con un 3-0. Un equipazo el de
castellonenses con Reina, Javi Venta, Arruaberrena, Riquelme y sobre
todo Forlán, que con 25 goles se alzaba con el pichichi y la bota de
oro.
En Champions, tras la
resaca ante el Milán el Barça se conformó con un empate ante el
Celtic en casa y una derrota en Ucrania para pasar a octavos donde se
mediría al Chelsea.
Con la tranquilidad del saberse ya clasificado el Barça siguió machacando en Liga. La competición nacional parecía tener
un claro color blaugrana ante un equipo superior en juego y con una gran
facilidad anotadora.
La cuestión era si esa
apisonadora en el ámbito nacional se vería refrendada en Europa.
La eliminatoria no era
fácil, ya que el Chelsea de Mourinho contaba en sus filas con
hombres como Cech, Carvalho, Terry, Cole, Duff. Makelele, Lampard o
Drogba.
En la ida, el Barça
ganaba gracias a los goles del ex de River Plate Maxi López y de
Samuel Eto'o. Pero el dos a uno era un resultado demasiado escaso. Tocaba jugársela en Londres.
El partido de vuelta fue
espectacular pero no exento de una gran polémica.
Mourinho planteó el
esquema con una línea defensiva de cuatro hombres más la contención
de Makelele para frenar al Barça.
Si el equipo londinense
recuperaba el balón la orden era ponerlo rápido al contrataque para
que las piernas de Joe Cole, Duff y Gudjohnsen hicieran el resto.
En 25 minutos brutales el
Chelsea dio la vuelta a la eliminatoria con su fútbol al contrataque
logrando un 3-0 gracias a los tantos de Gudjohnsen y de Duff
definiendo a la contra y de Lampard tras jugada y remate de Cole que
de manera desgraciada había tocado en un defensa despistando a Valdés.
Entonces, como ante el
Milán, Ronaldinho tiró de galones. Primero para transformar un
penalti y después para marcar un golazo como una catedral. Dinho
recibió al borde del área y comenzó a hacer amagos. El brasileño
no estaba regateando, sino apuntando. Espero el hueco perfecto para
golpear con el exterior ( transformando su pierna casi en un palo
de golf ) un balón imposible que se coló entre la defensa
londinense y ante el que Cech sólo pudo seguir con la mirada.
El resultado le valía al
Barça merced a los goles logrados en campo contrario. Las ocasiones
se sucedieron en ambas áreas en un partido de locos disputado de tú
a tú en el que el colegiado italiano Pierluigi Collina saldó sus
decisiones casi siempre favoreciendo al conjunto londinense.
Al filo del final un
balón servido desde el córner fue rematado por Terry mientras
Carvalho literalmente sujetaba a Valdés.
Cuatro a dos. El Chelsea ganaba y el Barça quedaba apeado de Europa. Y lo que es peor, con la tristeza de caer derrotado fruto de decisiones polémicas. Este año no sería posible la victoria europea.
Sin embargo ese día el
Barça ganó algo. Ganó la motivación de volver a por todas el
siguiente año y levantar la Champions.
Ya concentrado sólo en
la competición liguera, el Barça siguió siendo una máquina de
jugar al fútbol.
Saldó sus encuentros
"post eliminación europea" con victorias ante Athletic
y Depor y se permitió un empate en casa ante el Betis y una derrota
en el Bernabéu por cuatro goles a dos en uno de los mejores Real Madrid- Barça que se recuerdan por entonces.
Los tres partidos
siguientes fueron muestra de la ferocidad culé. 9 puntos ante
Getafe, Málaga y Albacete con 9 goles en tres partidos.
Levantar la Liga pasaba
por la Comunidad valenciana. Dos partidos a domicilio frente a Valencia y
Levante.
El conjunto che se había
tornado durante muchas temporadas en bestia negra del Barcelona y
ganar en Mestalla era siempre difícil.
Pero este año no había quién
frenara a los culés. Cero a dos con goles de Ronaldinho y Eto'o y
las calculadoras empezaron a salir de los cajones en la ciudad
condal.
En la siguiente jornada el Barça empataba con el
Levante pero las matemáticas otorgaron el título a los culés con
dos jornadas de antelación.
Era momento para
celebrar y gritar de euforia. El lustro en blanco se terminaba. El
Barça levantaba de nuevo un título, el campeonato nacional de Liga.
Se convertía en el equipo más regular con 84 puntos. El más
anotador con 73 goles. Y contaba en sus filas con el Zamora de la
Liga y con un Eto'o que por un solo tanto perdía el pichichi en
detrimento de Forlán.
No sólo se ponía fin a
la maldición de la sequía de títulos. Sino que además el equipo
lo hacía jugando un fútbol de calidad. Un fútbol de creación, de
toque colectivo, de balón que quemaba en los pies y de mucha magia arriba.
Con semejante panorama,
los dirigentes y cuerpo técnico culés optaron por lo más
sensanto. Tocar lo menos posible la plantilla y el estilo de juego.
Limitándose a un par de fichajes como Van Bommel y Ezquerro.
La temporada perfecta
El principal favorito en
Liga eran los culés. Pero la asignatura pendiente era Europa. En
Champions el Barça quedó encuadrado junto con el Werder Bremen, el
Udinese y el Panathinaikos.
Sin embargo, la euforia
de ser los actuales campeones se evaporó en las primeras jornadas.
En las siete primeras
jornadas el Barça se dejó nada menos que cuatro empates ante Alavés,
Valencia, Zaragoza y Deportivo y perdió frente al Atleti en el
Calderón.
Muchos puntos dejados en
el camino en el torneo de la regularidad.
En Europa todo marchaba
de fábula. El Barça había vencido con claridad a alemanes e
italianos y había salido vivo del infierno cosechando un empate sin
goles en tierras griegas.
La Racha del Barça de
Rijkaard.
Con medio billete a
octavos de Champions en el bolsillo el Barça se concentró en Liga. Y
de qué manera lo hizo, madre mía.
Tras un empate en Riazor, el Barça ganaba a Osasuna y activaba el modo rodillo.
Pasarían 14 jornadas.
Repito, 14 jornadas en las que el Barça no cedería ni un solo punto.
Daba igual el rival.
Daba igual cómo los técnicos rivales plantearan el partido.
El Barça marcaba
goles como churros mientras los rivales perseguían sombras.
Un equipo
al que era imposible quitarle el balón y que en ataque tenía unos
tipos capaz de sacarse una genialidad, un remate o realizar una jugada
colectiva en dos baldosines.
Una máquina de jugar al fútbol.
19 de noviembre de
2005. El clásico en el Bernabéu.
El Real Madrid de
Luxemburgo contra un Barça líder que venía de ganar sus cuatro
últimos encuentros marcando 13 goles y encajando uno.
El Barça favorito. Pero
todo culé sabe que si hay un equipo difícil de ganar siempre ese es
Real Madrid.
Lo que se vio ese día
será recordado por muchos años en la retina de los aficionados
blaugranas.
El Barcelona ganó con contundencia por un marcador de creo a tres. Pero el vendaval no se
vio reflejado sólo en el marcador, sino en el juego de los de Rijkaard.
Con un fútbol vertical y
directo el Barça comenzó a rondar el área de Casillas generando
muchas ocasiones ante un Madrid que no combinaba balón alguno entre
sus jugadores. Bastaron sólo 15 minutos para que Eto'o pescara un
balón conducido por Messi. El camerunés necesitó dos toques para
definir. No le hacía falta más para meter un balón pegado al poste
de Casillas.
Uno a cero en el
marcador. El Barça siguió volcándose al ataque. Y entonces
Ronaldinho se puso el traje de mago y comenzó a hacer controles y
regates de todos los colores.
Ya en el segundo tiempo
el crack de Recife iba a demostrar de qué pasta estaba hecho. Tras
una conducción en las que el brasileño dribló a Ramos y rompió a
Helguera, el "diez" del Barça marcó el segundo, para minutos después
y de idéntica jugada poner el cero a tres definitivo.
Dos goles como
dos soles.
Algunos espectadores comenzaron a rendirse a la evidencia
del gran juego culé y no titubearon en brindar aplausos al Barça.
Aquel día, el Barça salió aplaudido del Bernabéu, demostró que era el equipo más fuerte y que tenía ese "algo más"
que los grandes equipos destilan con su juego.
Como he dicho, todo
equipo que se cruzó contra el Barcelona cayó derrotado.
En la
mayoría de los casos por un marcador contundente y por un juego muy
superior.
Así que con una cada vez
mayor ventaja el Barça hizo que lo debía, concentrarse en Europa.
Acabó por finiquitar su
grupo de forma autoritaria y se metió en octavos por la puerta
grande.
El bombo lo encuadraba con su verdugo de la anterior campaña,
el Chelsa.
Se repetía la eliminatoria de octavos pero los culés no
querían que la historia se repitiese. El destino les daba la opción
de vengarse y alejar los fantasmas de Stamford Bridge.
Unas semanas antes de la
cita con la Champions, el Barça ponía fin a su racha de victorias
perdiendo dos partidos consecutivos ante Atlético ( los colchoneros
fueron el único equipo en vencer en los dos partidos a los de Rijkaard aquella temporada) y Valencia.
El colchón de puntos hizo
que el liderato liguero ni siquiera se pusiera en peligro. Pero la
conclusión era clara. El Barça tenía la cabeza puesta en Londres.
Esta vez la ida era en
tierras inglesas y el Barça salió a morder sabiendo que el mal
comienzo del partido de hacía un año le había costado la
eliminatoria.
Con un Ronaldinho
vigilado por la zaga británica el argentino Messi empezó a pedir balones.
En
un balón disputado, Del Horno sacó los tacos a pasear viendo la
amarilla. Minutos después un regate del argentino en un baldosín
dejó sentado a Robben. Del Horno intentó entonces despejar el balón pero su
carrera iba con tanta fuerza que de fuerte encontronazo mandó a
Messi al suelo.
Ya cada cual que entienda
si es tarjeta o no. El árbitro decidió que Del Horno se iba a la
calle dejando al Chelsea en una difícil situación.
El goleador del gol clave
el año anterior, el inglés John Terry, se marcaba en su propio marco y
Eto'o hacía el segundo. El Chelsea acortaba para el definitivo uno a dos.
La noche en la que nació
el famoso "Teatro" de Mourinho, el Barça cosechaba una
importantísima victoria.
Ambos equipos se citaban en Barcelona dos semanas después.
La rabia del año
anterior materializada en la entrada a los vestuarios de Stamford
Bridge de Rijkaard y Ronaldinho al final del encuentro iba a manifestarse con un gol del
brasileño para el recuerdo.
"Dinho" recibió a metros
de la frontal y se tiró a tumba abierta por la zaga inglesa. El
Ronaldinho más visceral que nunca no eludió el choque contra una
mole como Terry. Buscó al central. Chocó, lo dribló y con más
mala leche y menos toque que nunca golpeó un balón que entraba en
la red de Cech.
El empate a uno sabía a
gloria. Los jugadores se quitaron el estigma de Stamford Bridge de un
año atrás y celebraron el pase como un título. Europa temblaba. El
Barça de Rijkaard avanzaba con paso firme.
El siguiente equipo en el camino culé era el Benfica portugués.
En una eliminatoria
bastante soporífera el Barça merced al dos cero de la vuelta en el
Camp Nou despachaba a los portugueses y se metía nada menos que
entre los cuatro mejores equipos de Europa. El rival sería el Milán.
Se volvió a notar que
este año la Liga estaba atada y el objetivo era la Copa de Europa.
Tras las derrotas ante colchoneros y ches el Barcelona llevaba una
racha de 15 puntos de 18 posibles.
Pero en las jornadas
cercanas al partido en San Siro el Barça enganchó tres empates
seguidos, uno de ellos en casa ante el Real Madrid.
De nuevo, la cabeza
estaba en otra parte.
Estaba en un 18 de abril
en el que el Barcelona se medía al Milán campeón de Europa en 2003
y subcampeón de 2005. Kaká, Shevchenko, Pirlo... Casi nada.
El partido fue bastante
movido. El Barça sobrevivió a la primera parte en la que el Milán
tuvo ocasiones clarísimas y en la que las ocasiones culés llegaban
demasiado lejos del área.
Era necesario una
genialidad. Y si había un genio ese era Ronaldinho.
El brasileño aguantó
una trascada de Gatusso para sin mirar, servir un balón al área
milanista haciendo fácil lo difícil. El balón servido por Dinho no
fue desperdiciado por el francés Giuly que la puso en la escuadra de
Dida.
Ronaldinho, que ya había
marcado ante Benfica y Chelsea, volvía a ser clave y demostraba ser
el futbolista más en forma del mundo.
La defensa culé se
dedicó a sacar balones hasta el final del
partido.
Victoria por cero a uno.
Victoria por cero a uno.
El Barça había tomado San Siro.
Sólo hubo que esperar
una semana para conocer al finalista.
En un partido soso en el
que Milán sorprendentemente salió a especular, el Barça jugó con
calculadora para evitar cualquier mal mayor.
Empate sin goles.
12 años después, el
Barça volvía a una final de Copa de Europa.
El Barça quería matar
la Liga antes de la finalísima de Londres.
Una serie de victorias
por la mínima ante Villareal y Cádiz pusieron el título a tiro de
los culés.
3 de mayo en Balaídos.
El Barça jugando contra el Celta pero con la radio sintonizando el
partido del Valencia.
Los ches caían ante el
Mallorca. En el descanso del partido en Vigo, el Barça revalidaba el
título de Liga.
Los culés se llevaban el
título con todo merecimiento, siendo el equipo más goleador con 80
goles y el tercero menos goleado. Haciendo el mejor fútbol de todos
los equipos y dejando en la historia 14 victorias consecutivas
dentro de las 25 que logró en total.
Eto'o veía como esta vez no se
le escapaba el pichichi marcando 26 chicharros en 34 partidos.
18ª Liga al bolsillo.
Pero, ¿era el Barça un buen equipo o un equipo que podría dejar huella en la
historia ?
La pregunta sería
respondida un 17 de Mayo de 2006.
La segunda copa de Europa
El marco, el Stade de
France de París.
El rival, el Arsenal
londinense.
Los de Arsene Wenger
venían de haber dominado con mano de hierro su grupo frente al Ajax,
el Thun suizo y el Sparta de Praga.
En octavos se habían deshecho
del Real Madrid merced a un golazo de Henry en la ida frente a los
merengues.
En cuartos hizo besar la lona a la Juve.
Pero el capítulo más
dramático para los aficionados españoles no sería la eliminación
del Madrid. En una vibrante semifinal, un equipo que seis temporadas antes jugaba en segunda, el Villareal, puso contra las cuerdas al Arsenal
En el último minuto del
partido de vuelta el equipo castellonense forzó un penalti que valía
igualar la eliminatoria y soñar con la final. Riquelme asumió el
lanzamiento. El alemán Lehman paró la pena máxima y los amarillos
despertaron del sueño.
Con ese bagaje el Arsenal llegaba a la final.
El Barça formó con la
dupla Márquez- Puyol en el centro de la defensa, con Oleguer y Gio
en los costados.
La lesión de ligamento
cruzado de Xavi había propiciado la entrada más en juego de Van
Bommel. El holandés sería titular junto con Edmilson y Deco.
Y arriba las esperanzas
del gol quedaban en las botas de Giuly, Ronaldinho y Eto'o.
El Arsenal salió con
Lehman bajo palos. Una defensa muy física con Eboué, Touré,
Campbell y Cole. En el medio la contención de Gilberto Silva y
cuatro jugones: Cesc, Hleb, Pires y Ljunberg. Y arriba el gran
Thierry Henry.
Los pronósticos daban
como favoritos a los culés. Pero por mucho estrella del fútbol que
seas es imposible salir agarrotado a una final de Copa de Europa. El
balón echó a andar y Henry comenzó a generar ocasiones. Pero
Valdés demostró porqué había puesto punto final al debate en
la portería culé.
Había que tranquilizarse
y jugar al juego que gustaba a los de Rijkaard. Apenas habían pasado
quince minutos de partido cuando Ronaldinho condujo un balón y lo
filtró para la carrera de Eto'o. El camerunés fue arrollado por
Lehman pero el rechace fue cazado por Giuly que la mandó a las
mallas.
El árbitro noruego Hauge se
llevó el silbato a la boca. Pero no precisamente para dar la orden
de que el Arsenal sacara desde el medio campo.
El colegiado pitó falta,
anuló el gol de Giuly y mandó de roja directa a Lehman a los
vestuarios.
Mientras los azulgranas
recriminaban al árbitro su decisión en el banquillo gunner Wenger comenzó a mover ficha. Entraba el
meta español Almunia y Pires era sacrificado.
El Barcelona ganaba un
hombre de más. Pero claramente fue el damnificado de la polémica.
Un gol en una final vale oro. Y el decreto del árbitro dejaba el marcador reflejando aún un empate sin goles.
En el minuto 36' Puyol
derribaba a Eboué en una posición franca para un centro. Las
torres defensivas del Arsenal subieron al área culé sabedores de
la ocasión que se presentaba. Henry tocó el esférico con suavidad
para ponerla en el corazón del área donde Campbell batía de un
testarazo a Valdés.
Cero a uno.
El Barça no se amilanó. Siguió generando ocasiones. Minutos después Eto'o la mandó al palo para desesperación de la parroquia culé
desplazada a París.
El descanso llegó y
Rijkaard dio entrada a Iniesta por Edmilson.
El juego y las ocasiones
eran culés pero el esfuerzo y la solidaridad eran londinenses. Con el
esfuerzo que supone jugar con uno menos casi todo el partido el
Arsenal era un equipo que se cerraba en defensa y se encomendaba a las
ocasiones de Henry en ataque que fueron solventadas por un magnífico
Valdés
El Barça estaba jugando
bien. Pero el resultado no se movía y los minutos pasaban.
De nada servían el buen juego y haber echado a Chelsea y
Milán ahora.
Y nadie recordaría a un subcampeón de Europa.
Así iban transcurriendo los
minutos cuando Rijkaard metió en el campo a Larsson y Belletti.
Dos
cambios que pasarían a la historia del Fútbol Club Barcelona.
Con solo 15 minutos por
restar, Iniesta metió un pase hacia el interior del área. Larsson
la tocó de primeras con una sutileza digna de un crack para brindar
un balón magnífico a Eto'o.
El camerunés no desperdició el pase
del sueco batiendo por bajo a Almunia y llevando la euforia a la
grada culé.
Cinco minutos después, Belletti ( que llevaba diez minutos en el campo ) pescó un rechace
en campo inglés y metió una bola interior hacia Larsson. El balón
iba pasado y el sueco tuvo que tirar de zancada y flexibilidad para
realizar un control largo. Mientras corría hacía el balón el ex
del Celtic vislumbró la internada de Belletti.
Larsson se giró y puso un
pase PERFECTO para el lateral que la rompió ante Almunia. El
esférico se coló entre las piernas del guardameta.
El Barça lo
había hecho. Había remontado la final.
Ni Eto'o, ni Ronaldinho,
ni Iniesta, Ni Deco. La clave de la segunda
copa de Europa estuvo en un sueco que jugaba los minutos finales con
34 primaveras a sus espaldas y en las botas de un lateral derecho.
El Arsenal estaba fundido
y nada pudo hacer en diez minutos.
El árbitro puso fin al
choque. 14 años después de la final de Wembley el Barça volvía
a ser campeón de Europa.
Ya no había dudas. El
dominio nacional se había extendido a Europa. El Barça de Rijkaard
entraba en la leyenda.
Después de 5 años de
travesía sin títulos. Después de luchar por ser cuartos, quintos o
sextos.
Después de tanta
desilusión los culés podían sacar pecho y decir "yo soy
aficionado del mejor club del mundo".
Quizá el único problema
de este equipo es que apenas unas temporadas después aparecería el
mejor Barça de la historia.
Pero no lo duden. La primera piedra
del Barça de Guardiola fue el equipo de Rijkaard.
Ahora toca recordar y rememorar.
Contar el debut de un
chaval de Hospitalet que se convirtió en un porterazo.
La
consagración de Xavi y Puyol.
La seguridad de Márquez.
El debut de
Iniesta y Messi.
Los goles de Eto'o.
La magia de Ronaldinho.
Las eliminatorias contra el Chelsea.
El gol de Giuly contra el Milán.
Los aplausos del Bernabéu.
Y en la
memoria de todo culé siempre habrá un hueco para la imagen de un jugador llamado Belletti que de rodillas con las manos en los ojos celebra uno de goles más importantes de la historia del Barça.
J. Rafael de la Torre - futboldelsigloxxi@gmail.com
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